miércoles, 24 de septiembre de 2008

Reír por no llorar...

Reír desenfrenadamente, con ganas.

Reír hasta las lágrimas y olvidar que ellas también nos frecuentan y acompañan en la tristeza, en la nostalgia y en la desencadenada melancolía.

Y comprender así que la risa no solamente es bálsamo, sino que a veces cura y fortalece para enfrentar los amargos devenires de un tiempo de pequeñas catástrofes anunciadas.

Para no perder la risa, ese arma infalible, seguiré siempre luchando...

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